miércoles, 30 de enero de 2008

Pico de Orizaba


Pico de Orizaba
Hijos del Citlaltépetl

Susana Castillo Lagos /El Mundo de Orizaba
México 30 de enero, 2008

El proceso natural de reforestación en las faldas del volcán puede abarcar un lustro, tiempo que podrá acortarse a 2 años con una pequeña ayuda de sus amigos...

"Yo creo que es algo bastante bueno, el único objetivo es ayudar al Pico... no vamos por ningún interés es simplemente regresarle al volcán lo que otros le quitaron". Ángel Chahín Presidente Condepico

El Mundo de Orizaba

Es imposible cuantificar cuántos árboles poblaron alguna vez la montaña más alta de México, pero actualmente de las 19,601 hectáreas que integran al Parque Nacional Pico de Orizaba, sólo 20 por ciento tienen biomasa forestal.
Prueba notable de la deforestación en el volcán es que la nieve solo cubrió el área del cono, a 5,600 metros de altura sobre el nivel del mar. En 2007, por estas fechas, estaba nevado a partir de los 4,700 metros.
La devastación que obviamente no comenzó ayer, ha despertado la inquietud de un grupo de personas que suman esfuerzos con los responsables del Parque Nacional Pico de Orizaba, para devolverle al volcán los hijos que paulatinamente le darán más vida.
Había una vez…
El Fondo Ambiental Pico de Orizaba (FAPO), creado en octubre del año pasado, surge por el entusiasmo de empresarios locales y la participación de industrias asentadas en Orizaba y el corredor de Ixtaczoquitlán. Bajo la supervisión de la asociación civil Beta Diversidad, desarrollan un programa que permitirá reforestar a esta montaña, con los ‘hijos’ de los pinos que hoy en día la habitan: Recuperación genética del Pico de Orizaba.
La aventura inició el 23 de noviembre de 2007, con el respaldo académico de las universidades Veracruzana y de Chapingo, así como del Instituto Tecnológico Superior de Zongolica.
Aunque aparentemente el proceso es sencillo, hay muchos actores y factores involucrados en este proyecto.
Todo comienza en la montaña, a más de 4,000 metros de altura. Hombres y mujeres que anteriormente se dedicaban a la explotación de recursos forestales, cortan los conos de los pinos y los recolectan en costales. Posteriormente, estos son transportados al área de beneficio ubicada en nuestra ciudad. Ahí, un grupo de biólogas egresadas de la UV se hacen cargo.
El proceso
Sadia García Pulido explicó que el primer paso es separar cada lote que reciben etiquetándolo y extendiéndolo en camas, para que los conos sequen naturalmente. "Colocamos el día en que fueron colectados, la fecha en los recibimos y el número de lote que corresponde". Conforme las escamas abran, dejarán salir las semillas. Algunas caen por sí solas en la lona pero para garantizar que no quede ni una en las ‘piñas’, como popularmente se les nombra, se toman con las manos y golpean entre sí. Dicha actividad debe realizarse cada dos o tres días, así mismo los conos deben removerse para lograr que sequen de manera homogénea.
Todas las semillas recolectadas se destinan a un contenedor, pero aquí no termina el procedimiento. El clima no siempre está de su lado y para evitar retrocesos se implementó una cama de secado artificial. Elisa Martínez Pérez señaló que los conos que aún no están maduros y por lo tanto sus brácteas se encuentran cerradas, se extienden en esta área donde del techo cuelgan lámparas infrarrojas industriales. Ahí permanecen por un lapso de 28 días, o el tiempo que sea necesario para que suelte toda la semilla. La luz artificial que provocan los nueve focos, cada uno de 250 watts, genera aproximadamente 24 grados de temperatura.
Las semillas obtenidas aún no están listas para envasarse, pues una pequeña tela denominada ala las cubre.
Una mano a la madre tierra
En su entorno natural al entrar en contacto con la tierra se desintegra pero en el caso que nos ocupa, hay que ‘echarle una manita’.
Martha Espinoza Hernández explicó que para ello se vierten en un bastidor al que previamente se le coloca un plástico por la parte de abajo, mismo que ira atrapando las ‘cascaritas’.
"Se frotan con unos cepillos especiales con la finalidad de romper el ala y hacer la primera limpieza de la semilla".
Para retirar el polvo resultante de la trituración, se colocan en un colador metálico.
"Por aereación se le van retirando los residuos, como la semilla es más pesada tiende a caer y el ala tiende a volar... el aire es un factor a favor en este caso".
Cuando solo la simiente (semilla) queda libre de polvo e impurezas, se envasa en recipientes esterilizados.
"Tiene control de humedad y temperatura para evitar que patógenos y hongos afecten la semilla".
Posteriormente se trasladan al área de germinación, donde tardarán de dos a 3 años para convertirse en renuevos, con una altura de apenas 20 centímetros.
Agregó que todos los residuos también son recolectados ya que después se mezclarán con la tierra que recibirá a los futuros pinos Hartwegii.
Involucrados
Angel Chahín Maluli, presidente del Consejo de Desarrollo del Pico de Orizaba, recordó que este fue formado hace ya 14 años, en respuesta a la gran devastación de bosques que desde esa época había en el volcán.
Derivado de ello surge el FAPO y este proyecto de reforestación, cuya inversión inicial asciende a 1 millón 200 mil pesos. El fondo es encabezado por Edgar Chahín Trueba.
Explicó que Mario Gómez, asesor de Beta Biodiversidad y creador de varias áreas protegidas en México, los asesora en el programa.
"Es orizabeño y amigo de nosotros desde la niñez, volteó a ver el Pico y trajo su fuerza de ayuda".
Agregó que la meta es recolectar 50 kilos de semillas y los trabajos concluirán el próximo mes.
Para tener una idea de la importancia que tiene el Citlaltépetl y de la magnitud de este proyecto, del 2002 al 2005 especialistas de la NASA hicieron un trabajo similar. Se llevaron semillas de pino Hartwegii para experimentar en el planeta Marte.

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